miércoles, 10 de julio de 2013

Una esperanza hecha de agua

Una esperanza hecha de agua
A todos los deportistas que en el anonimato luchan para realizar su sueño y a las familias que los acompañan.
Mariel miró el reloj. “Son las 6 de la mañana, ya está abierta la pileta”, pensó. Sin hacer ruido, se fue al club. Tenía que entrenar duro, debía bajar sus marcas para clasificar en el mundial de Shangai. Cuando Ezequiel, su hermano y entrenador, despertara ella ya estaría en la pileta, a pesar de que le había pedido que descansara.
Ezequiel se estaba duchando cuando escuchó su celular. Le llamó la atención que llamaran tan temprano.
—¡Hola!
—¡Hola!, ¿Ezequiel?
—Sí ¿quién habla?
—Te estoy llamando del club. Mariel vino a entrenar temprano, creo que se lesionó el hombro. Está en la enfermería.
—¡Gracias! Voy enseguida.
Ezequiel estaba disgustado, quería ahogar a su hermana. No entendía por qué lo había desobedecido.
Cuando llegó a la enfermería Mariel lo estaba esperando: tenía un esguince en el hombro. Había entrenado duro para clasificar y tener la posibilidad de pertenecer a la selección que representaría al país en el mundial de Shangai y ahora todo se complicaba. Y lo peor era su culpa, su hermano le había dicho que descansara y ella se había exigido más.
Ezequiel se acercó a su hermana con cara de reproche. Y Mariel no pudo contener las lágrimas.
—Perdón, Eze, me equivoqué.
—Sí, te equivocaste.
No te preocupes, voy a recuperarme a tiempo. ¿Me vas a ayudar?
“Es mucho tiempo el que voy a perder y te necesito conmigo”, pensó Mariel.
—Sí, un tropezón no es caída. Pero no vuelvas a hacerlo. Espero que todo se solucione; las listas cierran en seis meses. No te preocupes.
Había pasado una semana, tenía que volver a la pileta. Lo habló con Ezequiel y decidieron que entrenaría solamente con patada. Sus últimas marcas habían estado cerca, solo faltaban unos centésimos. Su meta era clasificar en los 50 y 100 libres, y 50 y 100 espalda.
Todos los días entrenaba a partir de las 6 de la mañana, llegaba ansiosa  con su Gatorade y la leche chocolatada con Maxi Gain para reponer energías. Su hermano cronometraba y le daba aliento, además de marcarle los errores y corregir la técnica.
—¡Vamos, Maru, lograste hacer 26 segundos 22 centésimas! Los 50 libres están cerca.
Pasaron así una, dos, tres semanas. Ahora empezaba la tarea de lograr el estado óptimo.
El día se dividía en pileta, gimnasio y rehabilitación. Mariel no quería descansar, tenía que alcanzar su meta. Se acercaba una instancia clasificatoria los nacionales de invierno— quedaba poco tiempo, tenía que ejercitar nuevamente la brazada para volver a tener fuerza.

Se encontraron en el CENARD, se abrazaron y Mariel fue a hacer el ablande. Estaba feliz y plena, tenía que bajar sus tiempos y había trabajado duro para eso. Ya estaba parada en el cajón a punto de comenzar la carrera, miró por última vez a Ezequiel y se concentró.
—Mariel vos podés —dijo en voz baja.
—A sus marcas…listos… —comenzó a decir el juez—. Piiiip —se escuchó el silbato.
Ella pensaba solo en su meta y dio todo. Llegó segunda. Enseguida buscó a su hermano, quien le devolvió una sonrisa. ¿Lo había logrado? Ahora restaba esperar los resultados.
Por alta voz anunciaron 50 metros libres mujeres. Tercer puesto: Florencia Mey con 25:42 centésimos; segundo puesto Mariel Pistilli con 25:38 centésimos, primer puesto Virgina Borda con 25:37 centésimos. ¡Sí!, lo había logrado, tenía que seguir así el resto del torneo.
Una a una fue alcanzando sus marcas. El sueño estaba cerca, tenía que hacerle caso a Ezequiel. Ahora restaba esperar…
Ya se acercaba la fecha. El mismo 30 de junio recibieron juntos la notificación que anunciaba que Mariel sería parte del seleccionado argentino en Shangai.

Shangai, julio de 2011
Mariel se encontraba en la pileta de entrenamiento, se sentía feliz, pensaba en todo lo que había hecho para estar ahí. En pocos minutos debía correr la serie, tenía que clasificar para la final. Respiró profundo e inhaló ese olor a cloro que la llenaba de vitalidad y le ponía los sentidos a flor de piel como si fuera una droga.
Parada en el cajón pensó en Ezequiel y en sus padres que tanto la habían apoyado y que estarían mirándola por televisión del otro lado del océano. Les dijo:
 “¡Gracias, soy feliz!”. Sonó el silbato y se lanzó al agua. Logró clasificar para la final, a la tarde se definiría todo.
La final de los 50 metros libres se acercaba, debía hacer el ablande en la pileta auxiliar. En la segunda pasada sintió un dolor muy profundo en el hombro.
¡Ahora no!, se dijo con amargura.
Estaba a punto de correr una de las carreras más importantes de su vida. Las lágrimas se le mezclaron con las gotas de agua que caían por el rostro. Salió de la pileta pensando en Ezequiel y en sus padres. “Un tropezón no es caída”, recordó las palabras de su hermano y fue hacia el cajón con ánimos renovados para correr la final. A pesar del dolor que cada vez se intensificaba más, cuando emergió del agua supo que el bronce sería suyo. Miró a las cámaras y dijo:
—¡Gracias, Eze! Lo último que se pierde es la esperanza y lloró de felicidad.
Su próxima meta sería Londres 2012. Mientras pensaba esto escuchó una voz que decía:
—¡Welcome to London!  —y volvió a mirar el diario que traía desde La Plata, “Deportista platense rumbo a Londres” Mariel Pistilli, nadadora del club Estudiantes de La Plata después de haber bajado la marca lograda en el mundial de Shangai en los 50 libres a 25:26 se ganó un lugar en el seleccionado argentino.


Una sonrisa de satisfacción se dibujó en su rostro, estaba en el avión realizando el sueño que todo deportista tiene: “los Juegos Olímpicos”.



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sandra, me gustó la historia, sobre todo porque parece haber una fuerte investigación detrás. Por momentos parecés una periodista deportiva y en este tipo de relatos eso está bueno, porque estás tratando un tema muy puntual como es el entrenamiento de competición. Toda esa parte está muy bien contada, no veo inconsistencias ahí. Lo único que me hubiese gustado en esta oportunidad es ver un poco más de conflicto. No sé, por ahí explotar un poco más lo del hombro y la relación con su hermano (las relaciones entre hermanos siempre tienen matices conflictivos y en esta ocasión eso se puede ver agravado porque no es una relación simétrica la que tienen, Ezequiel ejerce poder sobre ella como entrenador). Viste que por ahí yo soy medio retorcida, así que no te fíes mucho de lo que pienso, jaja.
Por otra parte te envidio que tenés amplitud de temas y géneros. ¡A ver con qué salís la próxima!
Luciana.

Maby cielo azul dijo...

Coincido con Luciana en el análisis. Rescato el animarte a la narrativa (yo también lo estoy intentando). Sos una gran generadora de temas y títulos,y eso ya es un buen comienzo.